Carta dominical del obispo Juan Rubén Martínez

En la misiva «LA VOCACIÓN DE SALIR», Juan Rubén Martínez recuerda que «No fue fácil para la Iglesia naciente comprender la apertura, la actitud misionera y la recepción de los nuevos cristianos venidos del mundo pagano».
Luego y en referencia al Evangelio de este domingo (Mt 19,30 – 20,16) expone que «La parábola subraya que los últimos en ser llamados a la fe tienen los mismos derechos y están llamados a trabajar en la viña recibiendo el mismo pago que los que llegaron primero».
Y que, cuando «En el texto bíblico, el Señor llega a decir: «Así los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos» (Mt 20,16), «Sólo desde la fe podemos comprender la exigencia de este mensaje: la apertura a los hermanos que llegan, la acogida cordial, la dimensión misionera señalada en Aparecida y en nuestro Primer Sínodo Diocesano, y el no buscar los primeros lugares, el no sentirnos superiores a los demás, ni con derechos adquiridos por más que creamos tener méritos para ello».
A su vez llama a que «Los cristianos de hoy como los de la Iglesia naciente necesitamos abrirnos al Espíritu, que quiere renovarnos e impulsarnos a ser Iglesia misionera».
Por otra parte, profundiza en una palabra que considera «necesariamente ligada a esta cualidad de misionar», que es «Salir». Sobre esta palabra, señala que «es muy expresiva, porque amar es encaminarnos hacia el otro, caminar desde el egoísmo hacia el amor. Salir implica desacomodarnos y experimentamos eso en las pequeñas y grandes cosas».
En este sentido agrega que «Una Parroquia, un movimiento o una Diócesis, que quiera salir, ser misionera, seguramente experimentará también las dificultades del desacomodamiento. Quizás hasta una cierta crisis, que implicará revisar las estructuras renunciando a aquellas que son obsoletas e inadecuadas, buscando otras que sean realmente funcionales para su misión».
Y refuerza que «Salir implicará una exigencia, para comprender que tendremos que ir hacia la evangelización de la cultura y hacia la profundización de la vocación específica del laicado en la transformación de las realidades temporales: en la escuela, en la comunicación social, en el concejo deliberante, en el mundo institucional o rural».
Asimismo alienta que «Debemos tener presente que cuando resaltamos nuestros derechos y esfuerzos ante Dios, dejamos de entender un principio esencial de la visión cristiana de la vida: «la primacía de la gracia» (N.M.I. 38), y el reconocer que todo lo que tenemos y somos es don de Dios».
Para concluir con su carta, el Obispo Juan Rubén Martínez, pide que «tengamos una actitud abierta, misionera y recibamos cordialmente a los hermanos que llegan».